miércoles, 28 de agosto de 2013

BUDAPEST. ¿Es azul el Danubio?

Hola, bruji,

Mis sensaciones sobre Budapest son muy dispares y llenas de contrastes, bueno no sólo sobre Budapest, se pueden hacer extensivas a toda Hungría, pero ahora me interesa centrarme más en su preciosa capital. Es curioso el contraste de la calle Vaci, de la que luego hablaremos, con el casi centenar de balnearios baños turcos que salpican toda la ciudad. Es curioso el contraste del bullicio de Pest frente a la calma y sosiego de Buda y de Obuda. Es curioso el contraste de un mentalidad muy cercana a tiempos pasados (que casi toda la Europa del Este quiere olvidar) con la gran cantidad de centros comerciales que abruman incitando al consumismo más galopante. Y el mayor contraste es el Danubio que atraviesa la ciudad, que según el vals de Strauss es azul, y no sé cual es su color por Viena, pero a Budapest llega entre verde y marrón…

El Danubio parte la ciudad en dos. Por un lado tenemos Buda, con sus colinas, que es el viejo recuerdo de la grandeza de un imperio que vivió tiempos mejores, con su ciudadela medieval y su impresionante Palacio Real. En esa misma orilla del río, hacia el norte está Obuda, que hoy no deja de ser un pequeño barrio, con sus casitas de cuento, la mar de apacible (vale la pena perder un rato para visitarlo). Y en la otra orilla está Pest, que es una gran ciudad donde podemos encontrar todo lo que podamos necesitar: tiendas por un tubo, bares, discotecas, museos, su impresionante parlamento que tiene un cierto aire al inglés… y donde la actividad de la calle es febril. ¿Y el río? El río tiene también su vida de contraste. En él está la isla Margarita, nada que ver con la de Venezuela, una isla repleta de jardines en los que tomar el sol en verano, donde todo es plácido y tranquilo, pero también por el se mueve la actividad frenética de decenas de barcazas atestadas de turistas.

Como ya he mencionado antes, la calle Vaci, en Pest, es uno de los principales núcleos de la vida de esta ciudad. En ella tenemos tiendas para todos los gustos y colores (casi todas caras), buenas heladerías y cafeterías, algunos clubes nocturnos cuyos escaparates traslucidos dibujan las formas de una stripper de carne y hueso que se contonea sinuosamente al otro lado del cristal (¿copiaría de aquí Pepe Navarro aquellas persianas que ofrecía a toda España cuando con su Mississippi dio rienda suelta a la telebasura más soez?), bancos, cambistas y estafadores… Es un hervidero de gente por el día y por la noche. Imprescindible conocerla.

Si el Danubio ya no es que sea demasiado azul a su paso por esta ciudad, si son azules los balnearios y baños turcos. Yo destacaría dos: el Gellert, en Buda, casi al pie de la ciudadela, muy bonito y muy pijo y, sobre todo, Széchenyi, sí, el balneario del que hay cientos de fotos de gente jugando al ajedrez en sus piscinas exteriores incluso con el recinto cubierto por varios palmos de nieve. En Széchenyi te puedes pasar un día entero de total relax por muy poco dinero, incluso por poco dinero más con unos buenos masajes reparadores, disfrutando de sus piscinas interiores que abarcan un amplio abanico de temperaturas, sus baños de vapor y sus míticas piscinas exteriores, donde podremos jugar cons sus olas y corrientes artificiales o, ¿por qué no?, al ajedrez.

Finalmente, te diré que no esperes mucho de la amabilidad de los húngaros (excepciones las hubo hasta en la última cena), en general miran a los turistas como bichos raros y con una cierta desconfianza, pero, sobre todo, ten mucho cuidado con los vigilantes del metro (alguno de ellos, probablemente hijo de alguna antigua ocupante de los escaparates de la calle Vaci), que estarán muy atentos a todo aquel que no hable húngaro para ver si pisan las líneas amarillas de las estaciones y cascarles una buena multa... Suerte que nos quedarán los balnearios para relajarnos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario