Hola, bruji,
Decir que Coimbra es gris es, sin
duda una exageración, incluso, si nos atenemos a las figuras
literarias, es una hipérbole, es decir: una exageración
desmesurada. Y la verdad es que desmesurado no hay nada pues, a pesar
de la proverbial exageración de nuestros vecinos portugueses, en la
periferia de la ciudad podemos encontrar un parque temático llamado
el Portugal dos pequeninhos, que es una colección de
reproducciones de edificios importantes de todo Portugal pero de la
altura de un niño. Bueno, en la antesala tenemos otro mini parque
temático sobre Portugal y sus viajeros históricos y sus relaciones
con las colonias (totalmente prescindible, ni te molestes en asomar
la nariz).
Decía, y me interrumpí, que
decir que Coimbra es gris es una exageración o hipérbole, porque a
pesar de las lluvias, no es el color dominante, pero es que gris es
esa ciudad que aún siendo en alguna ocasión la capital del país,
no pierde nuca el aire provinciano; que aún teniendo la universidad
más importante del país, casi la única hasta el siglo XIX, no
pierde el aire provinciano. Y quizás, por eso el ser gris tiene su
encanto porque pasear por las calles de la zona antigua tiene su
encanto, ir sorteando un montón de callejuelas empinadas (una de
ella se llama Quebra Costas, algo así como “rompe espaldas”)
y con escaleras cada dos pasos para ir ascendiendo a la colina que
corona la universidad (que digan después que el saber no cuesta).
Cierto es que por el camino podremos hacer paradas en las decenas de
iglesias, o en la catedral, para poder reponernos un poco, aunque sea
espiritualmente, o detenernos a contemplar las típicas fachadas
portuguesas de azulejos para alegrarnos los ojos..
La llegada a la universidad es un
viaje en el tiempo, no hasta esos albores del siglo XIII en que fue
fundada, pero plantarnos en el Patio das Escolas (patio de las
Escuelas), rodeados por los edificios que fueron definiendo la
universidad a lo largo de la historia, es una hermosa mirada al pasado. Sobre los edificios que están antes de llegar a este
patio es mejor hacer
borrón y cuenta nueva, horrorosas moles construidas en los tiempos en los que la
barbarie campaba a sus anchas, cuando Portugal padecía a un dictador
llamado Salazar, quien para más escarnio, había sido catedrático
en esa misma gloriosa institución. Aquí en la universidad, si somos
capaces de sobrevivir a los turistas o, peor aún, a los tunos,
podremos recorrer todos los edificios previo pago (¿quien dijo que
el saber fuera barato?), de todos modos, yo me quedo con uno sólo:
la impresionante biblioteca.
La vida universitaria marca mucho
el ambiente de la ciudad y, aunque generalmente gris o aburrida, nos
puede deparar alguna sorpresa. Recuerdo que una vez me metieron por
una especie de garaje donde había gente jugando al futbito, y
cruzado éste entramos en un portal gris y subimos hasta el segundo.
En la puerta a la que llamaron mis acompañantes había un farolito
(amarillo) y me empecé a poner nervioso, pero... ¿qué había
dentro? Un pub muy tranquilo, lleno de estudiantes y gente joven, con
fados en directo, ese fado de Coimbra, que dicen que s más dulce y
melancólico que el de Lisboa. Después me enteré que este tipo de
lugares suelen ser clubes privados de estudiantes y que se conocen
con el nombre de repúblicas.
Creo que la Coimbra comercial no
te interesa demasiado, pero te diré que no es gran cosa, así que
vista la universidad y ciudad vieja, lo mejor es hacer otra excursión
en el tiempo e irnos, a tan sólo unos pocos kilómetros, al antiguo
Imperio Romano... que gran ciudad debió de ser Conimbriga...